poemas de amor Crazzy Writer's notebook: [non tittle story]

30/3/13

[non tittle story]

[relato ficticio basado en una noticia escuchada el 24/3/2013 en television]

Las lágrimas corrían por sus mejillas, tropezándose con una descuidada e incipiente barba. Lloraba embutido en el angosto habitáculo. Sus puños se descargaban con violencia sobre el cuero que cubría la dirección fruto de un enjambre de malas emociones que lo acosaban sin tregua. Dolor. Pena. Agonía. Furia. Ira. Tristeza. Impotencia. Sobretodo impotencia, y mas intensa cuando miraba de reojo esa mancha cada vez mas oscura.
No había nada más que hacer. Había fracasado en aquel cometido. Vital. Lo sabía. Se odiaría por ello para el resto de sus días, arrastrando aquel muerto para siempre sobre su conciencia. Aunque eso ya no tenía importancia alguna. Demasiado tarde, por segundos pero tarde.
Unos destellos anaranjados lo rebasaron con rapidez. Todavía el motor ronroneaba tímido. Miedoso. Un grito rasgo el aire atravesando la frontera de los cristales. Recordaba…
[Treinta minutos antes]
Un implacable dolor se hacia acoplo de aquella sombra que vagaba en trance por la casa. Una voz desgarró la soledad de esa casa vacía en un aullido dolorido. Por desgracia o fortuna, no muy lejos en la calle, el eco de aquel bramido llamó la atención. Tras una breve llamada surgió al fondo de la calle un vehículo de metalizado color. Detuvo se violentamente. Un joven corrió a la casa y sacó de ella a un caballero que parecía pasar de la cincuentena. A su paso, quedaba un reguero de sangre que escurría de un precario vendaje. El coche retrocedió y se volteó, haciendo chirriar las ruedas. Las agujas subían sin cesar. Volaba por las estrechas calles de aquella olvidada y minúscula villa. El conductor, pendiente tanto del tráfico escaso como de la delicada situación de su acompañante, rezaba pero era un largo camino y no tardaría en entrar en la concurrida autovía radial. Trazaba las curvas ocupando sendos carriles. Tanto apuraba que las ruedas levantaban la tierra que reposaba en los arcenes. Los cuatro intermitentes lucían indicando la emergencia. Sudaba como nunca y la presión lo comprimía impasible. Cada segundo contaba.
Algunos vehículos se apartaban de su fugaz trazada cuando veían los destellos de las largas, y en silencio se lo agradecía. Otros lo ignoraban y pitaban, obligándolo a esquivarlos entre quiebros incluso ocupando los arcenes. Estaba mal. Lo sabía. Y asumiría las consecuencias en su momento pero eso era lo que menos le preocupaba. Trataba de mantener alguna clase de conversación con su pasajero pero este no respondía. Sus posibilidades se reducían con cada gota de sangre que quedaba en la tapicería. Su correr era demasiado rápido. Las respiraciones más agónicas. El motor rugía al límite. El velocímetro se quedaba sin espacio para avanzar. El coche se balanceaba en cada curva y cambio de ras. 15 Km para llegar al hospital, y la noche se cernía rápidamente sobre el valle. Vio algunos flases con la oscuridad. La estela de fotos lo delataba y menguaba su permiso, pero su pasajero era más importante.
En la ciudad, los discos rojos no lo detenían. Solo reducía la velocidad y se colaba entre huecos imposibles. Estuvieron a punto de colisionar en dos ocasiones pero una pericia inusual consiguió evitar ambas. Se detuvo en la rampa de ambulancias con una pequeña estela de humo al bloquear las ruedas.
Un médico se acercó al coche, comprobó el estado de su pasajero tras una breve explicación y entonces… sintió aquel mazazo sobre su cuerpo, atravesándolo en el acto.
-Lo siento mucho hijo... pero su padre está muerto.- dijo mientras otros sacaban el cuerpo sin vida del interior del vehículo.    

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