poemas de amor Crazzy Writer's notebook: Una espera curiosa.

12/2/13

Una espera curiosa.

Perdido en los pensamientos aguardaba apoyado en un banco. Tan absorto, tan abstraído, tan hundido en la inmensidad de sus pensamientos que paso por alto como una sombra se le aproximaba furtivamente por la retaguardia. Sus pasos eran cortos y sigilosos. Casi imperceptibles. Como una gata al acecho de una presa. Pocos metros les separaban cuando ella se abalanzó sobre su presa despistada.

Una caricia le cubrió los ojos y aguardó en silencio, tratando de aguantar una pequeña sonrisita. Demasiado tarde. Ya había dibujado aquella sonrisa en el negro lienzo de su memoria y no tardaba en salir lentamente el resto de su rostro. Sintió la curva creciente en el rostro. Los pulmones de él inhalaron aquel aroma que siempre la acompañaba, dulce, suave y atractivo. Tremendamente atractivo.
- Vuelves a llegar antes de tiempo, así no se puede. ¿Cómo me voy a poner guapa si ni siquiera me das el tiempo mínimo que habías dicho? - dijo la voz desde la retaguardia.
- Bueno… ha sido fallo de cálculo, además… soy consciente de ello y por eso estaba aquí esperando… y… aunque te diese todo el tiempo del mundo no podrías ponerte más guapa-. Tomé sus manos y las fui apartando lentamente. Y aunque no podía verla, mi mente había reconstruido perfectamente su expresión.
Ella le rodeó con los brazos creando un lazo y atrayéndole hacia si. Él la tomó por la cintura y dejo que aquella atracción los juntase poco a poco. Sus labios se rozaron. Una, dos, tres veces. Las sonrisas llenaban sendos rostros. El frio quedó desplazado porque ahora un manto de felicidad los rodeaba.
- ¿Dónde te apetece ir? - pregunte en un susurro.
- Me es indiferente. Aunque tengo alguna idea- Seguía manteniendo el lazo que me apresaba. Me percate de que en aquellos ojos castaños que me escrutaban muy de cerca comenzaba a arder un pequeño matiz.
Las dos siluetas comenzaron a caminar agarrados de la mano. Eran un gran contraste. Los pasos casi marciales y aquella tranquilidad fingida de él con los pasos más relajados y aquella hiperactividad en ella. Pasearon por las calles de aquella ciudad. El centro estaba muy animado. Gente que salía a disfrutar de aquella temperatura tan extraña para la época. O que salían para festejar la llegada del viernes. Pero ellos no se dirigían hacia las concurridas zonas del centro sino que caminaban lentamente hacia otro lugar más retirado. Ella parecía intranquila a medida que se aproximaban al lugar que poco antes había indicado. A medida que ambos descendían por la ruta de acceso, el olor de las rosas les iba envolviendo. Pasaron de ir de la mano a caminar abrazados. Sus pulsos aumentaban mientras el manto penumbroso los cubría lentamente. Pasearon por la orilla del rio murmurante. Ella de pronto se detuvo en medio de su frase. Tomándole por el cuelo de la camisa lo aproximo hasta soldarse en otra ráfaga de besos. Esta vez, él formo el lazo y apretándola contra su cuerpo comenzó a andar mientras surgían pequeños besos repletos de travesura e inocencia.
-¿No decías que no eras de besos?- preguntó ella manteniendo el rostro muy pegado al mio. Pero ante esa pregunta no pude contener la sonrisa, una sonrisa cargada de aquella picardía que tanto la llamaba la atención. Me miraba de nuevo con aquel matiz oculto. Ese brillo que me anulaba y desataba.
-Si…- Mi voz era un susurro que casi costaba entender pero ella se aproximó un poco más. …Pero ignoraba que los besos fuesen tan deseosos, tan atractivos, tan… adictivos-. Termine con aquella ínfima distancia que nos separaba para darla un nuevo beso. Inocente.
Siguieron caminando hasta que sus pasos toparon con el granuloso tacto de la arena. Habían llegado. En la mente de ella solo existía ese pequeño premio que había ganado tras acertar varios acertijos que él había propuesto durante el camino. Cómo y cuándo. Su corazón palpitaba fuerte. Caminaron hasta un lugar de penumbra y allí se tumbaron. El uno junto al otro. Ella se envolvió junto a él y hablaron de cosas vanas. Él parecía estar a la espera. Tal vez tuviese algún caballo escoltando a ese peón… un alfil tal vez, o puede que bajo su manga aguardase un as.
-Bésame- Su mirada y su sonrisa indicaba que estaba empleando aquella petición que le había concedido y a la cual no podía negarme. Pero ahora… un cosquilleo trepaba desde el estomago. Las cosquillas. Su mano ascendía lentamente. Me acerqué a ella, nos besamos como otras tantas veces pero entonces su petición cobró forma.
Su respiración se aceleraba, su pasión se ponía en movimiento. Tanto tiempo aguardando. Las manos de ella salieron de su camisa para llegar hasta su nuca. Enredaba sus dedos en su pelo alborotado. Él las tenía sobre su cintura sin saber muy bien que hacer con ellas. Nunca podría olvidar esa sensación que lo poseía durante el primer beso. El tiempo se contuvo. Solo las respiraciones agitadas. Una segunda vez. Larga. Y una tercera. Prolongada. Sin duda quedarían así en infinitos segundos si pudiesen. Ella se deslizó hasta su cuello. Lo beso, lo acarició, lo marcó con los dientes suavemente. Él enloquecía por momentos. El trataba de sorprenderla pero sus conocimientos todavía no eran los suficientes como para despertar en ella los mismos sentimientos que ella despertaba en él. O tal vez si…

Dos manos se posaron en sus ojos delicadamente. Inspiró fuerte. Y sonrió…      

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