-Mi
nombre es Elisa- dijo una voz a mi espalda.
Cuando
me di la vuelta aquella chica de ojos inolvidables estaba contemplándome. De
nuevo ese contacto visual prolongado.
-Yo
soy... Arturo, encantado- me percaté del brillo de sus ojos y aquella curva de sus
labios. El corazón me iba a mil pero la mente se había quedado en blanco.
-
Eres rápido. Espero que no lo seas en otras… facetas- ahora aquella curva de
sus labios había dado paso a una picara sonrisa. Ambos estábamos más cerca, y
no se si fue consciente o inconsciente, pero la verdad es que
me gustaba.
-
Pues…, no lo se…- me encogí de hombros. “Vamos… de perdidos al rio, pídeselo y
reza para que no huya entre risas. Ahora o nunca”. Pensé
- …hasta
ahora siempre me ha gustado correr. Nunca he topado con un motivo convincente
que me haga cambiar de opinión- Mi tono de indiferencia me sorprendió incluso a
mí. Que parsimonia, que tranquilidad, ¿de dónde había salido?
-¿Nunca?-
Ahora a la sonrisa se le había añadido un matiz a su mirada. – Esa es una
palabra muy seria- Me susurro esa última frase al oído con una voz tan fina
como el lino. –Puede que… -
Estábamos
frente a frente. Perdidos el uno en el otro, dejando el resto de lado. Solo una
lejana melodía, creo que “Riders on the storm”, procedente de los altavoces de
algún vehiculo cernaco. Sentí una chispa que saltaba del cruce de miradas y prendía en un
charco de combustible acumulado con el tiempo. Una llama surgió rauda
tornándose en un ardiente calor que pugnaba por ser liberado. Su calor me
embriagaba, me invadía y tomaba sin piedad. Me percaté del brillo llameante que
tomaba sus ojos y del ligero rubor de sus mejillas. Aquella frase quedó en el
aire. Inconclusa. Interrumpida por una aproximación mutua que nos soldó por los
labios. Sus manos alrededor de mi cuello. Las mías posadas sobre su cintura. Oxido
nitroso por mis venas. Adrenalina. Pasión contenida. La mente por completo
anulada. Colapsada ante todo lo que mi cuerpo experimentaba. “Frénate tiempo,
frénate. Detén tu continuo fluir y déjanos así”. Pensaba mientras jugábamos con
nuestras lenguas. Cuando nos separamos, después de un tiempo que se me antojo
demasiado poco, ella volvió a mirarme a los ojos y siguió con su frase.
-…te
haya convencido, porque te has tomado tu tiempo-. Su risa sincera. Todavía
atrapado por el lazo de sus brazos, evitando el alejamiento, una nueva curva se
abría en aquellos labios dulces. Ahora si tenía ganas de correr. Estaba
pletórico, capaz de rebasar los límites físicos de la velocidad.
-Si,
tienes razón. Has sido muy convincente. Pero quién me asegura que no haya sido
mera casualidad-. Había captado la petición y la ligera atracción de sus brazos
lo confirmaba. Hundiéndonos de nuevo en aquel mar de sensaciones gratas y
adictivas.
-Te
invito a dar una vuelta conmigo. Yo piloto-. Aquello me pilló de sorpresa.
¿Cómo? ¿En serio? ¿Acaso me he perdido algo? Aunque me
gustaría ver como se las gastaba al volante.
-Acepto la invitación. Veamos que sorpresas guardas bajo el capó-.
- El
coche esta ahí, el Nissan 240xs, creo que ya os conocéis- su voz era divertida y cada vez que la miraba descubría algo más que me empujaba hacia
ella.
El
coche estaba escoltado por otros tres de procedencia asiática. El color blanco
resaltaba bajo los vinilos negros que decoraban los laterales. También
resultaba chocante la figurita que colgaba del faldón trasero del coche. ¿Era…
Astaroth? ¿La gustaría la demonología?, ¿el manga tal vez?
Se colocó
en la derecha, tras meterse abrió la puerta izquierda donde aguardaba el
asiento del pasajero y un cinturón de cuatro anclajes. Aposentado y asegurado
la contemple de nuevo, sentada con las manos en el volante. El sonido del motor
era muchísimo más ligero que el mio, suave, casi como un ronroneo felino.
-¿Preparado?-
Me miró por segunda vez, y sonrió.
-Cuando
gustes- No, no estaba preparado, después de aquel beso necesitaba liberar
adrenalina, no cargarme más.
Salió sin hacer casi ruido.
La primera curva se aproximaba y circulábamos a más de ciento cuarenta. No
reducía. Ni frenaba. Solo hizo un rápido movimiento con el volante provocando un
cambio en las masas del vehiculo. En poco el tren trasero deslizaba sobre la curva. Los
neumáticos chillaban de dolor. Humo en nuestra estela. El motor rugía agudo. Los contravolantes eran suaves
pero lo suficientemente rápidos para mantener el coche en su trazada a una
velocidad de locura. Una a una fue enlazando cada curva del circuito de la misma forma. Cuando se detuvo en el
aparcamiento, estaba colapsado por la adrenalina. Desbordado por la situación.
Conducía más rápido que yo, mucho más rápido…
-Estas muy pálido, ¿estás bien?- su voz se desvaneció lentamente, al igual que la visión de los alrededores. Negro. Todo negro.
Quiero el resto tambien por adelantado ,eh?!
ResponderEliminarThe boy's name is Arthur? I mean... isn't it Miguel, maybe? Okay, sorry XD
ResponderEliminarYes, the name of the boy is arthur, why miguel? Do you like that?
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