poemas de amor Crazzy Writer's notebook: B.E.R

26/9/12

B.E.R

Mientras regresaba de nuevo a mi fría y soterrada cueva, una pregunta resonó en la calle.
-¿Alguna vez has deseado desaparecer?- se escuchó a lo lejos.

En ese momento una voz cobró vida en mi cabeza. Esa voz que surge sin más de la psique más interna para dejar grabada su opinión. Una voz profunda, tranquila, cortante, monocorde.
<Si… alguna vez has pensado en esfumarte. En ser tragado por la tierra. Perderte sin más… incluso, fallecer en la anónima noche>
Su eco queda flotando. Pero dura poco porque su risa estalla. Las carcajadas se multiplican, resuenan. Sientes como tu alma se encoje. Un escalofrío te recorre y piensas. Parece que puedes responderle, que puedes adelantarte pero no es así.
<Exacto.>
Te fijas en la imagen que acabas de crear. Un recuerdo. Lejano. Muy muy lejano, pero a la vez tan reciente. Sigue riéndose la voz, no puede evitarlo, sabía en lo que estabas pensando.                                          
< ¿Te acuerdas?... Si, si lo recuerdas. Aquella noche de finales de agosto, o tal vez principio de septiembre, que más da [Indiferencia en su voz]. Ves el cielo estrellado al este, al oeste quedan tus resquicios del atardecer pasado. Dos sombras se besan. Otra figura inmóvil, vieja, oxidada y de pintura raída por el tiempo aguarda sostenida por su pie al contraluz. Tu los miras. Piensas, qué seria estar en el lugar de él. Acaricias las manos de ella. Si que tenias estomago entonces [risas]. Escuchas un murmullo, no lo entiendes pero te da lo mismo. Él se aleja en dirección a la figura inmóvil, de tú propiedad. Lo miras, pero aquellas caricias que dabas, ahora son correspondidas. Entonces te fijas en sus ojos marrones. En su sonrisa blanca. En sus labios acercándose. ¡Y tú1, inocente criatura, pretendías sólo un roce de labios pero ella te mostró algo nuevo. Una nueva sensación agradable, muy agradable. ¡Idiota!, ¿no veías las orejas, el hocico y la cola? [Comprensivo] No, claro que no . Estabas enamorado, o lo creías mal creído. Claro que... por otro lado... te comprendo, no en balde he estado toda la vida junto a ti, sintiendo cada victoria, que no has tenido muchas. Riéndome de tus malos momentos, mucho más numerosos. Pero eres así. Te compadezco. Pero... qué sería de mí si no fueses como eres. Fuiste para ella un número más. Una cabeza de muchas, colgada en su salón de trofeos. Entonces, un día te dio la inspiración y la dejaste, pero a la semana... con tu inocencia y confianza regresaste con ella. Y por fin, tras defenderla a capa y espada, volviste a abrir los ojos para dejarla definitivamente. Por cierto, el numerito del corazón que te regalo fui muy… divertido. Llegar en medio de la noche, a toda velocidad en tu bici. Derrapar haciendo un 180, que al pelo estuviste de caerte y matarme de risa. Tirárselo diciendo: “olvídate de mi”. Y partir de nuevo en la oscuridad. Si, fue patético. Aunque más divertido fueron los días subsiguientes…>
 
Las lágrimas comienzan a resbalar, piensas en los siguientes 5 años de tu existencia. Quién te vio antes... siempre sonriente, alegre, feliz. Y quién te ve: inseguro, tímido, triste y sólo. Aquel día, cuatro meses después de empezar, arrancaste y tiraste tu corazón…
 
<…Que cayó en mis dominios [risas], y lo mejor es que aún lo conservo, y sigue jugándote malas pasadas. Tres... si mal no recuerdo. Otros tres fracasos pero admito que no eliges mal, tus gustos han mejorado. Casi me duele jugar así contigo pero tranquilo es solo casi, las risas siguen aseguradas. Lástima. Dime de lo que presumes y te mostraré de lo que careces, “Iceman” [Carcajadas]>
 
Caminas. Tratas de acallar su voz con música. No puedes. Esta dentro, eres tu mismo. Tú, juez y verdugo. Ves la daga salir desde tu pecho. ROMA.
[Escuchas el eco de sus risas].

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