solo aquellas seleccionadas podran ser descifradas
El aullar de un lobo lejano se escucha, largo y penetrante. Magnífico.
Un dulce aroma desde el suelo se levanta. La
humedad por el frio condensada. Una blanca y delgada nube abriga el yermo suelo.
La neblina se levanta poco a poco devorándolo todo a su lento paso. De aquella
fina manta a ras de suelo unas bailantes llamas fatuas florecían siniestras al
azar, como amapolas en una primavera. Cuan idílica y bella estampa. Los
cipreses al contraluz de la blanca luna parecían grandes manojos de brazos
difusos hacia las nubes. De la oscuridad una voz me reclamaba, melódica, perfecta.
Y aquella atmosfera ya de por si romántica quedó impregnada por un algo más, cuando
por aquel bosque de gélidos mármoles, rasgando la oscuridad de la noche, surge iluminada por la calida luz de una llama...