poemas de amor Crazzy Writer's notebook: 1/10/11

17/10/11

Nightmare

    Navegué por diferentes sueños arbitrarios durante un buen rato. De pronto, sentí como si alguna fuerza me atrajese hacia alguna parte. Todo a mí alrededor era borroso, por lo que suponía que viajaba a bastante velocidad. De pronto me detuve en seco, pero nada de fuerza de inercia. Mire en los alrededores. Di una vuelta completa. Estaba en casa. La calle estrecha donde dejaba el coche aparcado, estaba completamente vacía. Y las casas parecían estar abandonadas desde hacía años. El cielo era azul grisáceo, pero no había nubes a la vista. Estaba extrañado, planteé dos preguntas al aire, ¿qué había sucedido?, pero el silencio fue mi respuesta. ¿Por qué? Tampoco obtuve respuesta. La curiosidad ya me había invadido pero comenzaba a tener más y más control sobre mí. Avance hasta la casa, de la que hacía no mucho tiempo salí rumbo a Valencia. Agarré el picaporte de la puerta de la entrada pero este se deshizo bajo la presión de mi mano. Asustado sacudí la mano y me sacudí las virutas en la camiseta, dejando un reguero rojo en ella. Observé como pequeñas gotas se estrellaban sordas contra el suelo formando estrellas. Pero no había ninguna herida en mi mano. Levante la mirada.



Completamente paralizado, con la boca desencajada y con incipientes lágrimas en los ojos volví a bajar la cabeza. Comencé a apretar los puños. Los tendones, parecían tensores de algún puente, estaban a punto de salirse de la piel y los puños estaban empezando a blanquearse debido a la fuerza. Sentía dentro de mí a Mr. Hyde dar tirones a sus cadenas, sus quejidos metálicos cada vez más fuertes daban a entender que estaban a punto de ceder ante su furia. Y así ocurrió. Mr. Hyde se liberó de sus ataduras y tomo el control absoluto. La curiosidad había desaparecido, ante el escándalo que llegaba desde las profundidades. Di media vuelta y lo contemple una vez más. Un inerte cuerpo femenino. Su cara, antes dulce e inocente, mostraba ahora un aspecto terrorífico. Los ojos vidriosos estaban abiertos de par en par, su mandíbula desencajada de horror y sus facciones tensas debido a algo que no quería imaginar. El resto del cuerpo estaba completamente destrozado, algunas astillas salían de vez en vez por la superficie amorfa de sus extremidades. Comencé a andar con grandes zancadas. Estaba cegado por la ira, que corría por mis venas. Entonces una voz a mis espaldas se alzó desde la nada. Dulce, melodiosa y suave llegada de otra dimensión. Me volví bruscamente al escucharla. Sentí como una fuerte parálisis me invadía, desde los pies a la cabeza. Una figura translúcida me contemplaba. Ambas miradas se encontraron, la mía llena de ira y furia y la suya fría y tranquila. La figura se acercó lentamente. Alargo uno de sus brazos y me cogió la mano con gran dulzura. Sentí como un escalofrío me recorría todo el cuerpo. Su mano estaba helada, pero desprendía una calidez increíble. Siguió avanzando lentamente hasta situar su rostro angelical a pocos centímetros del mío que seguía dominado por la ira. Noté como la otra mano empezaba a trepar por mi pecho, igual de fría, hasta colocarse suavemente sobre mi hombro. Su mirada me hipnotizaba. Intente separarme de ella pero me tenía aferrado con fuerza increíble. Entonces volvió a hablar. Su voz hizo que mi ira se desvaneciese y que las lágrimas se descolgasen por mis mejillas.
- ¿Por qué lo permitiste?- su voz era triste y reflejaba un gran dolor. -Por qué no me contestaste. ¿Quieres hacerme sufrir, hice mal en pedirte salir?- ahora las lágrimas corrían por su rostro desecho.
-No… no es eso-. Mi voz se quebraba, y mi corazón se encogía por momentos, y era incapaz de articular algo coherente. –Estaba sorprendido… tu… eres… eras… la chica de mis sueños… y no me parecía real-. Me miraba, y sentía una gran confusión en mi interior. –Además… no te conteste por teléfono… porque… quería decírtelo… en persona-. No me lo podía creer, era inaudito, donde estaba ese valor cuando de verdad lo necesitaba.
-Mentira-. Me susurró al oído. –No me quieres, de lo contrario… aquella noche no hubieras huido como lo hiciste, a punto de pasar sobre mí con ese coche al que tanto veneras-. Sentí como se me desgarraba el corazón. Entonces baje la mirada por primera vez desde que cogió la mano. Tenía razón. En todo. ¿Por qué?, buena pregunta.
-Tienes razón, soy un cobarde y salir corriendo fue una estupidez-. Las lágrimas rodaban ahora con mayor fluidez. Entonces escuche aquel sonido vibrante y ronco, aquel sonido que no necesitaba presentación.
-Es demasiado tarde-. Se llevó una mano al pecho y con mucho cuidado se abrió la capa que la cubría dejando ver su pecho, firme, atravesado por una enrome cicatriz justo donde se encontraba el corazón. Después se volvió a cubrir, me soltó y se dirigió hacia aquella bestia negra que aguardaba en la calle solitaria. Desapareciendo a través de su puerta. Mire aquel armazón que seguía parado con su monótono ruido. Me lance contra él, como un toro bravo contra un capote, las zancadas lanzaban profundos ecos entre los edificios. La ira volvía a dominarme y un grito de furia mientras recorría los metros que me separaban de aquella cosa. Cuando estuve demasiado cerca vi que en las puertas negras no había tiradores de ninguna clase, pero entonces la puerta se abrió de golpe con una fuerza increíble. Sentí una punzada de dolor en la cara y el pecho, después un flash blanco me cegó y después poco a poco se fue atenuando hasta volverse todo oscuro. Pero escuche como el motor de aquella cosa se alejaba con ella en su interior. El eco del claxon como una malévola carcajada. Negrura y oscuridad. Una presión mi brazo me hizo gritar de nuevo, pero esta vez de horror.